Este clima hace que durante el periodo de adaptación, al niño resulta más difícil sustituir a la madre, y y confiar en un adulto que no conoce, ya sea para jugar, que lo asee, le dé de comer, que le inspire la seguridad necesaria para dormirse tranquilamente.
En este periodo, es cuando las docentes comienzan a ocuparse de las atenciones físicas de los niños, y es efectivamente el momento en que la relación con ellos es más íntima, el contacto personal más estrecho y también más claros los conflictos que surgen de la nueva relación. Transmitir paciencia, afecto y comprensión, serán las claves para hacer de este primer vinculo entre el niño y su maestra, una solida base de confianza, para el proceso que significa compartir, todo un año escolar.
En la escuela el niño puede establecer vínculos importantes no con figuras impersonales, sino con la persona concreta con nombre y apellido y por consiguiente crear una relación afectiva con ella.
Durante los primeros años el niño no solo aprende a confiar y a crear secuencias interactivas cada vez más complejas, sino que aprende a confiar; sino que aprende también a comer solo, a hacer sus necesidades físicas y adquiere unas constantes rítmicas entre sueno y vigilia semejantes a las del adulto.
Por Rosa Rodríguez Jaen.Lic en Educación Inicial.28-8-2017.
Fuente: Trister Dodge Diane y Colker Laura.El Curriculo Creativo.