y que comprenda que tal actitud está relacionada con lo que se espera de él.
Tengo la impresión de que uno de los problemas del profesorado actual es la falta de madurez docente.
Día a día podemos observar a profesores que, sin darse cuenta, actúan
de forma "poco profesional": Palabras o actitudes no muy acordes a su
rol, falta de rigurosidad en las palabras (se acuerdan de la
controversia sobre la supuesta disminución de las vacaciones que habría
propuesto el Ministro Lavín), no cumplimiento de las responsabilidades
laborales, despreocupación por la planificación docente, entre otras
cuestiones.
Las causas de tal inmadurez docente son muchas y pueden corresponderse con la falta de capital cultural, la escasa formación docente en este tipo de cuestiones, o las propias características y/o carencias personales. Alcanzar una madurez es, por lo tanto, un trabajo personal y social, en que unen las características personales a la misma formación docente.
Las causas de tal inmadurez docente son muchas y pueden corresponderse con la falta de capital cultural, la escasa formación docente en este tipo de cuestiones, o las propias características y/o carencias personales. Alcanzar una madurez es, por lo tanto, un trabajo personal y social, en que unen las características personales a la misma formación docente.
En términos concretos, podemos señalar algunos indicadores de madurez docente:Las causas de la inmadurez docente son muchas y pueden corresponderse con la falta de capital cultural, la escasa formación docente en este tipo de cuestiones, o las propias características y/o carencias personales
- Posee objetivos pedagógicos concretos: Un profesor maduro sabe qué debe y qué no debe hacer en su trabajo. Se fija metas claras de acuerdo a su rol docente.
- Asume desafíos: un profesor maduro no se conforma con hacer "lo que le piden" sino que propone y actúa para que se lleven a cabo.
- Reflexiona sobre su actuar y quiere mejorar: un profesor maduro es autocrítico y, al asumir sus carencias, busca actualizar sus conocimientos y habilidades; pero, al mismo tiempo, es capaz de reconocer sus capacidades y obtener lo mejor de ellas.
- Su lenguaje y actitud es coherente con su rol docente: sus palabras y acciones reflejan el rol formador que posee un educador. Evita el lenguaje soez o la falta de respeto, asistir a algunos lugares o realizar ciertas acciones. Concuerdo con que este punto es conflictivo, pues lo que para uno es contraproducente, para otro puede no representar problemas. Acá entra el juego el criterio personal y, si es posible, el acompañamiento de otros docentes.
- Busca mecanismos para resolver los problemas: el profesor maduro sabe resolver cuestiones que se le presenten en la escuela, pero también sabe que no puede resolver todos los problemas que se le presentan.
Escrito por Hugo Tapia en SALA DE PROFESORES.COM