En todo campo del aprendizaje, siempre nos hemos visto sometidos a estudiar con el miedo y temor al fracaso: las notas fueron un representante del éxito de nuestros conocimientos, nos llevaba a la competencia con el fin de lograr un primer puesto que sólo era reflejo de un esfuerzo contundente presionante de temores adquiridos ante un profesor que esperaba en el aula posiblemente con un gesto endurecido y tal vez un sermón (“de lo torpes que éramos”) o un reglazo de aquel entonces cuya palma de las manos hablarían de la presión del momento, sin dejar de lado a los padres que atribuían adjetivos de nuestro rendimiento, por ello se manejaba con mucha facilidad el dicho popular “La letra con sangre entra”.
Hoy en día en pleno siglo XXI observamos la importancia que significa resaltar la forma de ver un aprendizaje y darnos cuenta que posee otras dimensiones, caracterizándose por tener una fuerte preocupación e interés de ver e ingresar al mundo de las emociones; donde un pensamiento positivo y asertivo junto a una actitud diferente ante el error, hace que los niños y los jóvenes mantengan un entusiasmo explorador a todo aprendizaje nuevo, donde el placer de adquirir experiencias hace que surjan jóvenes innovadores y espontáneos. Es por esta razón que hablamos de la importancia de fortalecer ciertos aspectos para un aprendizaje con placer y satisfacción en la ejecución de las acciones haciendo uso de las emociones; a esto le llamamos “Aprendizaje Emocional con Placer”; siendo así que cada elemento será aprendido y consolidado.
Desde la óptica clásica del condicionamiento, el estudio Emoción-Aprendizaje se centró en dos cuestiones:¿Cómo se aprenden las emociones? y ¿Cómo influye en la ejecución de una tarea de aprendizaje?
Por ello damos la importancia a mejorar los siguientes atributos en el aprendizaje socio-emocional infantil para un aprendizaje con placer.
Por tanto, debemos asegurarnos que los educadores sean capaces de crear un clima positivo y de bienestar
en sus aulas fomentando el desarrollo y aprendizaje.
Debemos promover la demanda de formación en competencias emocionales en todos los contextos, en especial dentro de la familia y el centro educativo; ya que esto permitirá que los educadores y los estudiantes se adapten con éxito a las exigencias del entorno.
Este enfoque, significa que debemos repensar y redefinir el lugar que ocupan las emociones en todo: desde cómo aprende todo niño, cuál es el rol emocional de los padres y los educadores al formar a seres saludables, hasta considerar qué hace a las personas más productiva en sus acciones para su desarrollo.