Si bien el involucramiento familiar, o alianza escuela-familia, es una necesidad ampliamente reconocida, hay mucho para hacer al respecto ¿Está la escuela preparada para incluir a la familia? ¿Existen las herramientas necesarias? No se puede recorrer el camino de la Calidad Educativa sin la familia. El siguiente artículo aporta el punto de vista de los padres.
Corren tiempos en los que
se oye con frecuencia hablar de corresponsabilidad y nos gustaría
reflexionar brevemente en estas líneas sobre el término en cuestión y
los ámbitos a los que, desde nuestro punto de vista, nos afecta como
familias especialmente. Hablamos de corresponsabilidad como sinónimo de
asumir responsabilidades, entendiendo que aceptamos las consecuencias de
nuestros actos de forma voluntaria, pero con el matiz de que esa
aceptación es conjunta, entre varias personas y no con carácter
individual. Dicho de otra forma, la corresponsabilidad implica
participar activamente en la responsabilidad con otras personas. Es un
indicativo de igualdad, que se asocia a tener iguales derechos y también
iguales deberes.
Estamos habituados en los últimos tiempos a
escuchar muchas disertaciones sobre la corresponsabilidad en las tareas
domésticas, no en vano tenemos una novedosa y reciente Ley de Igualdad;
entre las distintas administraciones locales, autonómicas y estatal;
entre los ciudadanos, cuando hablamos, por ejemplo, de
corresponsabilidad fiscal; entre países en misiones humanitarias
internacionales; de corresponsabilidad en la educación, a la hora de
formar ciudadanos en las aulas; etc.
Sobre este último ámbito de la
corresponsabilidad en la educación es sobre el que queremos detenernos.
Esta expresión ha adquirido una especial significación desde la
elaboración, aprobación y aplicación de la Ley Orgánica
de Educación. En esta sociedad del siglo XXI ya nos hemos dado cuenta
de que la educación de los chicos y chicas no es cosa sólo de la
escuela, y tampoco de las familias, y menos de los alumnos en exclusiva,
sino que hemos ampliado la misma a toda la sociedad. El hecho de que el
proceso de aprendizaje lleve parejo y de forma inseparable el de
enseñanza, nos muestra que ambos son indivisibles, y que en ambos
intervienen diferentes y numerosos actores como para exigir la
responsabilidad de cualquiera de ellos a un único protagonista.
Nos movemos en términos de
corresponsabilidad de toda la comunidad educativa, que para las familias
va inexorablemente unido al de participación real y efectiva. No se nos
puede exigir a las familias corresponsabilidad en la formación de
nuestros hijos e hijas si antes no se ponen a nuestro alcance las
herramientas que nos permitan asumir esa responsabilidad conjunta. Sigue
siendo una asignatura pendiente para nosotras, aunque cada vez estamos
más cerca de aprobarla, porque creemos que hay una mayor conciencia de
que las familias somos imprescindibles en el proceso educativo y de que
nuestra opinión es necesaria.
No podemos cerrar estas líneas hablando de
corresponsabilidad en la educación, sin hacer referencia a la obligación
que todos los centros sostenidos con fondos públicos tienen de hacerse
corresponsables en la escolarización de todo tipo de alumnado. En unos
tiempos en los que el alumnado es afortunadamente y enriquecedoramente
diverso, las administraciones educativas que sostienen los conciertos de
los centros de titularidad privada deben velar para que esa
corresponsabilidad no quede únicamente en el papel de una ley, sino que
sea efectiva, y nosotros como familias debemos exigir que así sea.
Autora Ana Abán
Presidenta de la Federación de APAS de Aragón (FAPAR)
Fuente: nov/dic 2008 padres y madres de alumnos y alumnas 33
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