De acuerdo
con el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH, por sus
siglas en inglés), el TDAH es un trastorno mental común que afecta,
principalmente, a niños entre las edades de 3 y 6 años y que puede continuar en
la adolescencia e incluso, en la edad adulta.
Los
principales síntomas son la incapacidad para concentrarse y prestar atención,
la hiperactividad e impaciencia.
Según
expertos de la Administración de Alimentos y Medicamento de Estados Unidos
(FDA, por sus siglas en inglés), el número de niños diagnosticados con TDAH va
en aumento. Explican que el incremento de casos de este trastorno puede ser
debido a una mayor conciencia pública de la enfermedad y las enfermedades
psiquiátricas en general.
Además, los
Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos indican
que, a partir del 2007, alrededor del 9,5 % de los niños de 4 a 17 años de edad
ha sido diagnosticado alguna vez con TDAH.
Los niños
que tienen TDAH pueden:
• Distraerse fácilmente y olvidar las cosas
con frecuencia.
• Cambiar rápidamente de una actividad a otra.
• Tener problemas para seguir instrucciones.
• Soñar despiertos/fantasear demasiado
• Tener problemas para terminar cosas como la
tarea y los quehaceres domésticos.
• Perder juguetes, libros y útiles escolares
con frecuencia.
• Estar muy inquietos y retorcerse mucho.
• Hablar sin parar e interrumpir a las
personas.
• Tocar y jugar con todo lo que ven.
• Ser muy impacientes.
• Decir comentarios inadecuados.
• Tener problemas para controlar sus emociones.
Fuente:
Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos
El Instituto Nacional de Salud Mental de
Estados Unidos indica que la evidencia científica ha demostrado que el TDAH
tiene una fuerte base neurobiológica. Agrega que, aunque no se han identificado
las causas exactas, la genética posiblemente contribuye fuertemente a la
manifestación del trastorno en la población.
En los casos
en que la genética no parece tener influencia, se ha descubierto que las
dificultades durante el embarazo, la exposición prenatal al alcohol y al
tabaco, el parto prematuro, un peso muy bajo al nacer, niveles excesivamente
altos de plomo en sangre y una lesión posparto en las regiones prefrontales del
cerebro, contribuyen al riesgo de padecer TDAH en diversos grados.
El
Instituto, además, menciona que la evidencia científica no respalda las
opiniones populares de que el TDAH es consecuencia de un consumo excesivo de
azúcar o de aditivos alimentarios, ver demasiada televisión, un mal control del
niño por parte de los padres o a factores ambientales y sociales como la
pobreza y el caos familiar.
El azúcar no
causa hiperactividad
Se dice que los niños no deben consumir
alimentos ricos en azúcar porque se vuelven hiperactivos. Esta creencia, que ha
circulado en el mundo por generaciones, es falsa, según informa una
investigación publicada en la British Medical Journal (Revista Médica
Británica).
Los
investigadores, Rachel Vreeman y Aaron Carroll, ambos pediatras y profesores de
la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana, decidieron analizar la
evidencia científica de mitos ampliamente aceptados como verdaderos, entre
ellos que el azúcar contribuye a la hiperactividad de los niños.
Según el
estudio, no existe prueba alguna de que el consumo de azúcar ponga a los niños
fuera de control. Para demostrarlo, citan hasta 12 estudios científicos que
examinan cómo reaccionan los niños a las dietas con diferentes niveles de
azúcar. De acuerdo con los investigadores, ninguno de estos estudios, ni
siquiera los específicos centrados en niños con el trastorno de déficit de
atención e hiperactividad, detectaron diferencias de comportamiento después de
haber consumido azúcar.
De acuerdo
con el pediatra neonatólogo panameño, Enrique Ruidíaz, “no hay evidencia
científica que confirme que un alimento por sí solo cause TDAH. La base para la
nutrición adecuada de un paciente con este trastorno es una alimentación
balanceada. Para lograr esto, el individuo debe incluir en su dieta una
variedad de todos los grupos alimentarios, incluida el azúcar”.El especialista agrega que “un excelente complemento a una alimentación balanceada es la actividad física dirigida y supervisada (deportes formales y juegos informales) ya que requiere de ordenación de las ideas, seguir instrucciones, coordinación de la motora gruesa y fina, además de criterio formal para tomar decisiones instantáneas. Por lo tanto, obliga al sistema nervioso central a acostumbrarse a utilizar patrones constantes y maduros para lograr un buen desempeño en el deporte, generando satisfacción personal por el éxito alcanzado en el mismo, con mejora de la autoestima. Además, la práctica de actividad física genera endorfinas (sustancias químicas que dan la sensación de bienestar y disminuyen la ansiedad) lo cual se traduce en interés por rendir cada vez mejor en esos campos, y esto se traslapa a su vida escolar, social y familiar”.
Aditivos como colorantes son seguros
De acuerdo con la FDA, desde la década de los
setentas, ha surgido una hipótesis que relaciona el consumo de aditivos
alimentarios, particularmente los colorantes, con la hiperactividad. Sin
embargo, los resultados sobre este tema han sido inconsistentes, inadecuados y
difíciles de interpretar debido a las deficiencias en los diseños de los
estudios.
Por ejemplo, en el año 2007, un estudio de la
Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido investigó si ciertos aditivos de
color causan hiperactividad en los niños. Sin embargo, tanto la FDA como la
Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria han concluido que el estudio no
confirma una relación entre los aditivos de color que fueron estudiados y los
efectos de comportamiento.
“Los
aditivos alimentarios, entre ellos los colorantes y saborizantes, pueden formar
parte de una dieta equilibrada, siempre que hayan sido aprobados por las
autoridades de salud (FDA y Codex Alimentarius). El exceso de cualquier
alimento o bebida no es recomendable, independientemente de su fuente, ya que
no hay alimentos buenos o malos, solo dietas mal balanceadas”, menciona el Dr.
Ruidíaz.
El experto concluye que, “el TDAH es un
trastorno complejo, cuyos síntomas están presentes en muy distinto grado en
cada persona. Si consideran que el niño podría tener el trastorno, deben
llevarlo donde un médico experto en TDAH para que lo evalúe y lo trate
adecuadamente. Además, cuanto más sepan, lean y pregunten sobre el TDAH, mejor
podrán los padres, familiares y maestros ayudarlo”.
Fuente:Informe21.com
Fuente:Informe21.com