Páginas

" TRATAMIENTO Y USO DE LOS SÍMBOLOS NACIONALES"

El desconocimiento, pérdida o menoscabo del respeto y veneración que se debe a los Símbolos Nacionales son una grave problemática subyacente: el deterioro sufrido por el país en sus diversos aspectos e instituciones, en períodos que son de público conocimiento. 
La institución educativa ha sido alcanzada y afectada por la prédica de nefastas tendencias ideológicas cuyo objetivo es la destrucción progresiva de los principios y valores que sustentan y definen la argentinidad con el propósito de lograr su aniquilamiento y sustitución por concepciones despersonalizantes, materiales y antinacionales.
Los Símbolos Nacionales son la exteriorización representativa de todo lo que constituye, caracteriza y define a la Nación y la identifican como tal en el contexto mundial.
Como consecuencia del deterioro señalado resultante de la acción ideológica disolvente se observan omisiones y transgresiones a las normas que rigen el tratamiento y respeto que se debe a los Símbolos Nacionales.
La irrespetuosidad o irreverencia a los Símbolos Nacionales en sus diversas formas y grados implican un ataque a la esencia misma de la argentinidad, a su tradición histórico-cultural, a sus principios y valores fundamentales; un ultraje a sus próceres y a las generaciones de argentinos que durante más de un siglo y medio han contribuido a forjarla; una lesión al sentimiento patriótico; un agravio a la Patria.
Por tanto se impone la necesidad de neutralizar totalmente las secuelas del accionar ideológico disociante y tendencioso; reparar el deterioro formativo; salvaguardar y perpetuar la esencia de la Nación representada en sus Símbolos.
El país ha confiado, específicamente, a las instituciones educativas y sus docentes la patriótica misión de formar en sus principios y valores a la niñez y juventud para ellas sean su mejor testimonio y medio de perpetuación.
En consecuencia, el personal directivo y docente debe asumir plenamente la responsabilidad de la importante función que la Nación le ha delegado y con la que se ha comprometido al ingresar en el ejercicio de la docencia.
El ejercicio de la docencia debe ser prédica y acción formativa patriótica permanente. El docente ha de ser modelo de patriotismos para los educandos y requerir de estos en todo momento la respuesta debida: un comportamiento acorde con la prédica y ejemplo dados y con la práctica formal respectiva realizada en el ámbito del establecimiento educativo.