A diferencia de lo que se
pensó por décadas, el juego es la fuente del desarrollo cognitivo en los
niños y no su consecuencia, por ello no es trivial la elección del
juguete que se regalarán en Navidad, cumpleaños, día del niño o cualquier otra ocasión.
Tal como lo explican los psicólogos, cada vez que un niño juega,
construye un espacio imaginario en el cual ensaya destrezas y
capacidades que no están dentro de sus posibilidades inmediatas, pero
que utilizará a futuro. Un ejemplo: cuando a eso de los tres años, el niño se encuentra
en la etapa de la adquisición de roles y de la simulación (o "el jugar a
ser") e inventa que es papá, no sólo está ensayando ese rol sino
también ampliando su comprensión de éste. Es lo que los especialistas
denominan Zona de Desarrollo Próximo (ZDP); es decir, practicar las
habilidades que conformarán el siguiente paso dentro de su desarrollo
Así como van surgiendo nuevas vestimentas, nuevos cuentos, nuevas canciones, así también van surgiendo nuevos juegos y juguetes.
Somos muchos los que al encontrarnos con propuestas didácticas,
recordamos nostálgicos nuestros juegos de la infancia. No precisamente
la pelota o la muñeca, juegos auténticos que evolucionaron en el tiempo
con miras a la eternidad. Recordamos juegos más rústicos, artesanales,
“los juegos de antes”, como los llamaría la abuela.
Los juegos y juguetes didácticos, en auge actualmente, resultan de una suerte de vuelta a aquellos juegos tradicionales,
que en su inicio FUERON PENSADOS PARA CADA NIÑO, CADA HOGAR, CADA
CULTURA EN PARTICULAR. Surgían de lo que había, de lo que les
interesaba, de lo espontáneo y de lo que observaban, de sus necesidades y
de sus posibilidades, de su realidad. Rasgos que con el pasar del
tiempo han sido olvidados, alentados tal vez, por una causa comercial. ¿Están las jugueterías con sus estantes llenos de juguetes didácticos, en la misma proporción que los juguetes de venta “masiva”?. Nos bastaría con rescatar tan solo un pequeño fragmento...
Publicadoen Buenas Tareas.com